viernes, 3 de agosto de 2007

DE VUELTA



Por Antonin

Estoy un poco metido en esto de la bebida. Vivir en Valparaíso y no caerse al frasco es casi una contradicción biológica.

He optado por los tragos fuertes, demasiada cerveza acelera el deterioro de mis organos nobles y el vino, la verdad, me pone con ese ánimo de los poetas de la calle Cumnig. Horrible.

En las mañanas de resaca pienso en bicicletas, gimnasios, cereales y una novia con el carácter tipo “casita en la pradera”, pero al anochecer, en ese preciso instante en que la caña es espantada por la música de los boliches y la soledad consuetudinaria, mi espíritu pide alcohol. Porque ahí recuerdo lo solo que estoy e imagino a la mujer de mi vida en una disco gótica o ilusiono con alguna estudiante perdida amaneciendo en mi cama.

Anoche al llegar a casa, vi en mi rostro el hermoso deterioro de la bebida. No daré ninguna pelea, las vidas calmas y de amaneceres con tareas de hogar no son lo mío.
Escucho a Nick Cave de fondo…. Me parece que estoy en la placeres. Salud!!!